Foco Epileptico

EPILEPSIA

¿Qué es la Epilepsia?

La epilepsia consiste en la repetición de convulsiones, llamadas crisis epilépticas. Aproximadamente un 1% de los niños padecerá una epilepsia.

No hay que confundir con "ataques" o "crisis cerebrales". Estos son mucho más frecuentes que las crisis epilépticas (hasta un 15% de los niños presentan algún tipo de "crisis cerebral") y engloban muchas situaciones. En las "crisis cerebrales" se pueden producir, como en las crisis epilépticas, pérdida de conciencia, caídas, movimientos involuntarios y sensaciones anormales. Entre las causas de las "crisis cerebrales" están:

Convulsiones febriles (afectan al 3% de todos los niños): ataques convulsivos benignos, generalizados pero breves, desencadenados por ascensos de temperatura en niños de seis meses a seis años de edad. Otras convulsiones no epilépticas: por intoxicaciones, meningitis, traumatismos, etc. Espasmos de sollozo: berrinches de tal intensidad que el niño puede llegar a perder el conocimiento e incluso a convulsionar. Síncopes o desmayos: bajadas bruscas de la tensión arterial o de los latidos cardiacos desencadenadas por múltiples factores, como dolor, pinchazos, emociones, permanecer mucho tiempo de pié, levantarse bruscamente, etc. En ocasiones la falta de oxígeno produce una convulsión secundaria. Otros trastornos a tener en cuenta, para no confundir con epilepsia, son determinadas enfermedades psiquiátricas (como los ataques de pánico), y los terrores nocturnos (especie de pesadillas en que los niños afectados no llegan a despertarse). Incluso las jaquecas o migrañas y el reflujo de comida del estómago al esófago en bebés muy pequeños, pueden llegar a simular o provocar convulsiones y no son epilepsia.

¿Qué son las epilepsias?

Las epilepsias son afecciones crónicas, de etiología diversa, caracterizadas por crisis recurrentes debidas a una descarga excesiva de las neuronas cerebrales, asociadas a diversas manifestaciones clínicas y paraclínicas. Esta definición dada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) refleja que no se trata de una sola enfermedad, sino de un conjunto de enfermedades con manifestaciones comunes; mientras que un trastorno epiléptico implica que entre las crisis epilépticas persiste una anormalidad neurológica capaz de generar dichas crisis.

Las crisis epilépticas son las manifestaciones clínicas (síntomas y signos) de la actividad anormal, excesiva y/o hipersincrónica, de las neuronas de la corteza cerebral.

El concepto de repetición es fundamental: muchos niños pueden presentar una convulsión aislada que no repita en su vida y no son epilépticos.

La epilepsia no se contagia. Tampoco es causa de retraso mental (aunque puede asociarse a él). La epilepsia no es por culpa de los padres ni hay ningún responsable.

¿Qué síntomas presenta?

La epilepsia se manifiesta mediante crisis convulsivas que pueden tomar varias formas. Pueden aparecer como convulsiones generalizadas caracterizadas por la actividad desordenada de brazos y piernas acompañada, por lo general, de pérdida de conciencia y quizá de mordedura de lengua y emisión de orina. También pueden presentar grados variables de rigidez. En el argot médico, estos ataques se denominan crisis generalizadas tónico-clónicas. En otras ocasiones aparecen de forma menos aparatosa, como una falta de repuesta a estímulos durante la que el niño se queda con la mirada fija, ausente, asociándose en ocasiones movimientos automáticos (como tragar repetidamente o frotarse las manos). Estas crisis se denominan crisis parciales o focales o bien ausencias, dependiendo de las características particulares. Existen también otros tipos de epilepsia en la infancia menos frecuentes, como la epilepsia mioclónica, los espasmos infantiles, las crisis acinéticas y la epilepsia psicomotora o del lóbulo temporal, entre otras.

¿Qué causa la epilepsia?

Las crisis epilépticas pueden ser la manifestación de problemas variados como lesiones cerebrales debidas a falta de oxígeno al nacer, enfermedades degenerativas o metabólicas, tumores cerebrales, una malformación, etc. En estos casos muchas veces las convulsiones se acompañan de otras manifestaciones tales como parálisis, retraso mental, etc. Pero en muchos casos (la mayoría) no se encuentra la causa de la epilepsia, incluso después de detallados estudios. La herencia también es importante en la epilepsia, repitiéndose muchas veces los casos en la misma familia.

¿En qué niños aparece la epilepsia?

La epilepsia puede aparecer a cualquier edad. La edad de comienzo, el tipo de convulsiones y el resultado de una prueba llamada electroencefalograma, permiten diagnosticar el tipo de epilepsia de la que se trata. La epilepsia no tiene prejuicios: afecta por igual a hombres y mujeres, ricos y pobres, y a personas de cualquier raza.

¿Por qué se produce la epilepsia?

El cerebro está formado por células llamadas neuronas. Se comunican entre sí mediante impulsos eléctricos. Dichos impulsos son los que hacen que realicemos movimientos voluntarios o recibamos sensaciones procedentes del mundo que nos rodea. Las crisis epilépticas se producen por descargas desorganizadas de impulsos eléctricos en grupos de neuronas. Si la alteración de las neuronas está localizada en un lugar del cerebro suele dar lugar a crisis focales. Cuando existe una excitabilidad general del cerebro en su conjunto, da lugar a crisis generalizadas, en las cuales no se suele encontrar una anomalía evidente en el cerebro y posiblemente sean debidas a una anomalía en la regulación de la comunicación de las células cerebrales, tal vez hereditaria, de origen genético.

¿Cómo se diagnostica?

Lo más importante para que el pediatra o el neurólogo diagnostiquen la epilepsia, es una descripción detallada de las crisis. Fijarse muy bien cuando el niño tiene el ataque y recoger todos los detalles, la duración, etc. En ocasiones debe ingresar en un hospital para que el personal sanitario presencie los ataques.

Posteriormente el médico examina al paciente. Una vez establecida la sospecha diagnóstica se complementa con pruebas que ayudan a detectar cuál es el origen de las crisis. Las pruebas más importantes son la tomografía axial computerizada (o TAC) cerebral, la resonancia magnética cerebral (RM) y el electroencefalograma (EEG). Las dos primeras son útiles para ver la estructura del cerebro y pueden detectar la presencia de tumores, cicatrices, quistes, malformaciones cerebrales, etc.

Un EEG es una prueba que consiste en medir la actividad eléctrica generada por el cerebro. No sirve para medir la inteligencia. Se colocan unos pequeños electrodos sobre el pelo de la cabeza y se mantienen con unas cintas de goma, con un pegamento especial, o bien con un gorro. No produce dolor. Los niños deben permanecer quietos mientras se les realiza. Los niños frecuentemente se enfadan o incluso lloran y, a veces, es necesario sedarlos. Muchas veces es conveniente realizar el EEG durante el sueño y a veces se utilizan estímulos luminosos u otros para estudiar la reacción bioeléctrica del cerebro.

El electroencefalograma obtiene el registro de la actividad eléctrica cerebral que indica la posible excitabilidad del cerebro y la localización de esta excesiva excitabilidad. En ocasiones, es necesario el registro de las crisis epilépticas mediante un vídeo y el electroencefalograma realizados simultáneamente para poder diagnosticar con seguridad la epilepsia o para poder determinar el lugar cerebral de origen de las crisis. Excepcionalmente el electroencefalograma no muestra alteraciones nada mas que en las crisis y es necesario realizar un electro de larga duración con el niño ingresado para poder establecer el diagnóstico.Las alteraciones electroencefalográficas son típicas en determinados tipos de epilepsia y ayudan a establecer de que tipo de epilepsia se trata. Esto es importante, porque según el tipo de epilepsia está indicado un tipo de tratamiento y puede establecerse un pronóstico acerca de su evolución probable. Muchas epilepsias infantiles son benignas y desaparecen con el paso del tiempo, siguiendo unos plazos previsibles.

Tener una alteración electroencefalográfica no permite, por sí sola, diagnosticar la epilepsia. Según algunos estudios, hasta un 50% de los niños pueden presentar alteraciones epileptiformes en su electroencefalograma. Por ello no deben tratarse a todos los niños con electroencefalograma anormal, sino sólo a los que padecen epilepsia: es decir, que presentan convulsiones repetidas no atribuibles a otra causa. Un electroencefalograma puede presentar alteraciones después de padecer una convulsión desencadenada por un síncope o desmayo y ser tomado erróneamente como prueba de epilepsia.

Por eso no deben hacerse electroencefalogramas a niños que no presenten ataques: una pequeña alteración sin importancia puede ser mal interpretada y, en el mejor de los casos, tomarse como razón que explique un trastorno de conducta o un mal rendimiento escolar (evitando un correcto enfoque psicopedagógico del problema). En el peor de los casos, podría dar lugar a un tratamiento antiepiléptico inadecuado. No está indicado hacer electroencefalogramas a niños que no tengan convulsiones (por ejemplo porque van mal en el colegio).

Es mucho más probable un falso diagnóstico de epilepsia que lo contrario. Casi nunca será perjudicial esperar, comprobar si se repiten los ataques y pedir una segunda opinión. Por el contrario, el diagnóstico erróneo condenará al niño a recibir un tratamiento inútil durante años. Una vez puesto en marcha, sólo expertos neurólogos infantiles se atreverán a suspenderlo.

¿Con qué frecuencia debe realizarse el EEG?

Deben realizarse nuevos electros cuando cambie el tipo de crisis. Aunque lo más importante es si las crisis están controladas, aún sin crisis se suele realizar un EEG anualmente.

Manifestaciones neuropsiquiátricas de las epilepsias

Estas pueden aparecer durante las crisis (ictales), entre las crisis (interictales) o inmediatamente antes o después de las crisis (perictales). Las manifestaciones emocionales, conductuales o cognitivas son multifactoriales, dependiendo de la localización anatómica, del patrón de propagación, de particularidades biológicas y socioculturales.

Las manifestaciones enumeradas a continuación no son específicas de epilepsias, ni están presentes en todos los pacientes epilépticos.

Manifestaciones psiquiátricas de las epilepsias

Período ictal:Miedo, ansiedad, depresión, rabia, irritabilidad, placer, déjà vu, jamais vu, desrealización, despersonalización, disociación, taquipsiquia, pensamiento incoherente, alucinaciones, experiencia mística.

Período interictal: Agresividad, "minuciosidad", desinhibición/euforia irritabilidad, paranoia, tristeza, rabia, interés sexual alterado, labilidad emocional, sentimiento de culpa, obsesividad, personalidad viscosa, aumento de interés por asuntos religiosos y filosóficos.

Epilepsia del Lóbulo Temporal (ELT) tal vez ha sido la más estudiada desde el punto de vista neropsiquiátrico. Se ha asociado a cambios en: emoción, religiosidad, sexualidad y necesidad de mantenerse escribiendo durante períodos muy prolongados (hipergrafia). Desde el punto de vista cognoscitivo, las características más frecuentemente reportadas son: alteraciones en el procesamiento lingüístico cuando el foco es izquierdo, y en las habilidades visuoespaciales cuando es derecho.

Trastornos psicopatológicos interictales que pueden presentarse en pacientes con ELT

•Trastornos del humor

•Depresión

•Manía

• Psicosis

•Trastornos de ansiedadTrastornos de pánico

•Ansiedad

•Fobias

•Desórdenes de la personalidad

•Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)

•Trastorno paranoide

•Trastorno disociativo

•Trastornos del control de los impulsos

•Desorden explosivo intermitente

•Trastornos de conducta

Manifestaciones sexuales ictales que pueden presentarse en pacientes con ELT

• Sensaciones genitales inespecíficas

• Pensamientos relacionados al sexo

• Movimientos de "balanceo" pélvico

• Masturbación

• Orgasmos

• Tendencia a desnudarse

Manifestaciones sexuales interictales que pueden presentarse en pacientes con ELT

•Hiposexualidad

•Impotencia

•Hipersexualidad

•Preferencia sexual alterada

•Exhibicionismo

•Fetichismo

•Trasvestismo

•Transexualismo

Manifestaciones sexuales postictales que pueden presentarse en pacientes con ELT

•Desnudez

•Erección

¿Cómo se trata?

La epilepsia es una enfermedad tratable. Afortunadamente, la mayoría de los niños que la padecen pueden ser controlados con la medicación antiepiléptica. Excepcionalmente se presentan crisis resistentes a múltiples tratamientos y, en ocasiones, necesitan enfoques diferentes como cirugía, un tipo de dieta llamada cetogénica o la implantación de un marcapasos en el nervio vago.

Deben evitarse los factores que se sabe desencadenan un ataque en un niño determinado, tales como la televisión, videojuegos, luces de discoteca, etc.

La epilepsia se trata con medicamentos llamados anticonvulsivantes o anticomiciales. Existen varios tipos de medicamentos con efectos anticonvulsivos, algunos de los cuales están especialmente indicados para un tipo específico de epilepsia. El médico comienza el tratamiento con el preparado que crea más útil y va aumentando progresivamente la dosis, hasta alcanzar un nivel en el que los ataques queden controlados, sin que aparezcan efectos secundarios significativos. Si no se consigue, se prueba con otro hasta conseguir el control. A veces es necesario asociar más de un medicamento antiepiléptico.

Es fundamental que la medicación se administre de forma regular, si no es así, no pueden prevenirse las crisis de manera eficaz. La mayoría de los anticonvulsivantes tienen un efecto sedante y en grandes dosis pueden producir somnolencia o inestabilidad postural. La dosis debe ajustarse cuidadosamente para cada paciente, determinando, si es necesario, niveles del medicamento en sangre. Al realizar analítica también se vigila la aparición de determinados efectos secundarios de la medicación. La supresión brusca del tratamiento puede provocar recaídas o incluso una peligrosa convulsión prolongada, llamada estatus convulsivo.

¿Qué deben saber los padres del tratamiento?

§ Conocer los medicamentos que toma el niño, incluyendo el nombre comercial y genérico, el laboratorio farmacéutico, la presentación, la dosis, el color, forma y tamaño. Tener reserva de medicamentos y ponerlos fuera del alcance del niño y de sus hermanos. Comprobar los medicamentos cuando se repongan y preguntar cualquier diferencia que observe al farmacéutico o bien a su médico.

§ Dar las dosis de acuerdo con las instrucciones que constan en la receta de su médico. Póngase de acuerdo con él para que el horario y forma de administración resulten lo más razonable y cómodos para el niño. No suprima un tratamiento por su cuenta, incluso en el caso de efectos secundarios. Consulte antes a su médico.

§ Sepa lo que debe de hacer si algún día se olvida una o más dosis o vomita la medicina.

§ Infórmese sobre los posibles efectos secundarios y pida instrucciones de los pasos que debe seguir.

§ Pregunte acerca de las posibles interacciones de otros medicamentos que se le receten con los antiepilépticos que está tomando.

§ Pregunte a su farmacéutico dónde debe guardar los medicamentos. Normalmente han de estar en un lugar seco, frío, sin luz directa del Sol ni humedad. Si observa alguna alteración del producto, pregunte a su farmacéutico antes de utilizarlo. ¿Qué efectos secundarios deberán tener en cuenta y explicar a su médico? Todos los hechos que le llamen la atención deben ser comunicados, aunque no parezcan importantes. Afortunadamente los medicamentos antiepilépticos no suelen tener efectos secundarios graves. Al iniciar la medicación pueden notarse irritabilidad, somnolencia, cambio de carácter y también alteraciones en la piel, dolor de estómago o vómitos, etc.Algunos efectos secundarios pueden aparecer con el tiempo o por interacciones con otros medicamentos. ¿Qué problemas conlleva olvidar una dosis?Los medicamentos antiepilépticos se administran a diario para mantener un nivel en la sangre adecuado para controlar las crisis. Si no se toman como se han recetado, su efecto no se alcanza completamente. Retrasar una dosis hasta 3 ó 4 horas no es motivo para suprimirla, debe administrarse en ese momento. Cuando la ha olvidado, no la acumule al horario de la siguiente dosis. Nunca administre dos dosis la vez si no lo ha consultado previamente. Recuerde que algunos medicamentos son de acción sostenida, de manera que una sola toma al día proporciona el mismo efecto que las dosis de medicamentos convencionales de acción inmediata. ¿Qué problemas conlleva la epilepsia?Si la epilepsia es debida a una enfermedad de base, suelen ser las limitaciones de la propia enfermedad las más importantes (retraso mental, parálisis, etc.). Los niños con crisis de origen desconocido, si están bien controlados, pueden hacer una vida prácticamente normal.La actividad de un niño epiléptico no tiene por qué restringirse necesariamente, pero, a pesar de que el objetivo es controlar las crisis por completo, esto no siempre es posible. Si persisten ataques ocasionales, puede ser necesario limitar ciertas actividades que puedan poner en riesgo al pequeño. Sin duda es potencialmente muy peligroso que el niño nade sin que le acompañe un adulto o monte en bicicleta si hay mucho tráfico. Un aspecto de especial preocupación para profesores y padres es cuál nivel de riesgo es el aceptable para un niño con epilepsia. ¿Puede llevar una vida normal, hacer deporte, nadar, acudir a actividades extraescolares (campamentos de verano, por ejemplo)? O, por el contrario, ¿debe estar especialmente protegido? La decisión es difícil y depende en gran medida del tipo de crisis y frecuencia de las mismas. En general, es conveniente que lleve una vida lo más "normal" posible, para lo que se precisa una buena comunicación entre padres y profesores y un conocimiento de la enfermedad por ambas partes.Los profesores y otros cuidadores, los hermanos y resto de la familia deben estar bien informados del diagnóstico y del tipo de crisis, de la medicación, de los efectos secundarios, de que deben de hacer cuando se presente una crisis, del médico o centro sanitarios que debe atender al niño si los padres no están localizables. Es importante que los cuidadores informen de cómo ha sido la crisis y de los cambios en su conducta. La información precisa y el conocimiento acerca de la epilepsia, son fundamentales para poder superar las situaciones de estrés que se producen durante las crisis.Los niños epilépticos tienen algo más frecuentemente problemas de rendimiento y adaptación escolares que los niños que no lo son. Lejos de aceptarlo como una fatalidad y escudarse en su enfermedad para justificar el hecho, debe actuarse como en cualquier niño con el mismo problema: valoración psicopedagógica, aula de apoyo, educación especial, adaptación curricular, etc.Los accidentes domésticos son con frecuencia causa de daños corporales. Las niños y adolescentes con epilepsia están sujetos a la posibilidad de que una crisis les perturbe la conciencia mientras están realizando cualquier tarea cotidiana, por lo que el riesgo de accidentes es relativamente mayor. Es necesario tomar una serie de precauciones adicionales: ducharse mejor que bañarse, poner barandillas en los baños, colocar en los baños puertas que se abran hacia afuera (para no bloquear la entrada de ayuda en caso de crisis), evitar las literas, las puertas de cristal, etc.Los niños con epilepsia no controlada pueden hacer la mayor parte de los deportes, tomando las precauciones adecuadas (casco por ejemplo). Lo más importante es tener sentido común y procurar no hacer deporte en solitario. La mayor parte de los niños y adolescentes epilépticos pueden montar en bicicleta o a caballo, nadar, correr, jugar al fútbol, etc. Indudablemente, ciertos tipos de deportes de riesgo deben de evitarse (escalada, boxeo, buceo a alta profundidad, ala delta, etc.). ¿Qué hacer ante una crisis epiléptica?

§ Ante todo, no perder la calma dejándose llevar por los nervios.

§ Mirar el reloj y anotar mentalmente la hora: la duración es importante.

§ Memorizar todos los detalles: situación que la desencadenó, tipo de movimientos, duración, si hay pérdida de conocimiento..., serán fundamentales para hacer un diagnóstico correcto.

§ En casos dudosos, la grabación en vídeo del ataque puede permitir al médico un diagnóstico más certero.

§ Proteger al niño de que se dé golpes, pero sin sujetarlo excesivamente. Ponerlo en un lugar donde no se golpee: retire los muebles u objetos de su alrededor. Ponga una almohada o ropa debajo de la cabeza para que no se dañe.

§ Afloje la ropa alrededor del cuello.

§ La posición más adecuada es tumbado boca abajo y la cabeza de lado, para que no aspire sus secreciones o un vómito.

§ No ponga nada duro en su boca para evitar que se muerda la lengua. Algunos especialistas aconsejan poner algo blando como un tubo de goma o un pañuelo.

§ No intente abrirle la boca a la fuerza cuando la tiene cerrada y aprieta los dientes ni introducirle los dedos ni objetos en esa circunstancia. Anatómicamente es imposible que se trague la lengua.

§ Recuerde que si se detiene la respiración durante unos segundos o presenta palidez o cianosis (color azulado) no significa que se halle en peligro. Puede ocurrir en algunas crisis.Espere a que se pase la crisis (lo que casi siempre ocurre en menos de cinco minutos).

§ Si la convulsión dura más de cinco o diez minutos (no confundir el ataque con la situación posterior de somnolencia, estupor y respiración ruidosa), puede ser necesario administrar un medicamento llamado diazepan en enema, a la dosis recomendada por su médico (si es un niño con riesgo de tener convulsiones prolongadas, está muy indicado que disponga de esta medicina, consúltelo con su médico).

§ Permanezca al lado del niño hasta que la crisis se termine y vuelva a recuperar la conciencia.

§ No intente echarle agua fría, zarandear al niño ni darle palmadas para que se recupere de la crisis. Usted no puede parar la crisis con esos métodos.

§ No intente darle medicinas, agua ni alimentos por boca durante la crisis ni en el período posterior de somnolencia.

§ Tampoco es conveniente dejarlo todo el día en la cama después de una crisis ¿Cuándo pedir ayuda o acudir a un centro?

§ * Sí es la primera crisis que ha tenido en su vida.

§ * Sí se ha hecho heridas durante la crisis o se ha golpeado la cabeza.

§ *Sí la crisis dura más de 5 minutos. Las crisis prolongadas pueden ser perjudiciales. Si dura más de 20 minutos se denomina estatus epiléptico y deben de tomarse medidas específicas.

§ *Sí el niño tiene una enfermedad de base, como la diabetes.

§ *Si tiene fiebre y el origen no esté claro.

¿Con qué frecuencia deben realizarse controles médicos? Esto depende de varios factores. Su médico dispondrá los controles precisos para el caso de su hijo. Generalmente una o dos veces al año, dependiendo de la edad, de su estado general, de la medicación que utilice. Los controles serán más frecuentes si cambia el tipo de crisis, aparecen efectos secundarios, no hay buen control, etc.

¿Qué pronóstico tiene? El pronóstico depende del tipo de epilepsia (tipo de ataques, electroencefalograma característico, edad), de si existe enfermedad o lesión asociada, de si se controlan o no los ataques con medicación, etc.En cualquier caso, el pronóstico de la epilepsia infanto-juvenil suele ser mejor que la del adulto. Muchos tipos de epilepsia infantil son benignos y la predisposición a convulsionar desaparece con el desarrollo.Si se retira la medicación gradualmente en niños libres de convulsiones durante dos o tres años, entre el 70 y el 80% no volverán a tener más ataques. Sin embargo, esta decisión debe ser tomada por el médico responsable del tratamiento, compartida y asumida por la familia, que debe aceptar la posibilidad del 20 a 30% de recaídas. Muchos pediatras preferimos compartir esta y otras decisiones con un neurólogo infantil. Puede ser útil para mayor seguridad disponer de un anticonvulsivante en enema para el caso de que se presente una eventual convulsión prolongada.Nunca se debe retirar la medicación bruscamente. En caso de que esté indicado suspenderla, se retirará lentamente: es decir, en al menos 2 ó 3 meses.

Dra. Falasca / falascap@gmail.com


  • ATAQUES DE PÁNICO



    Porqué

    En la infancia tenemos una idea ominipotente y fantasiosa sobre nuestras limitaciones físicas. Podemos pensar que nunca envejeceremos y moriremos o que será tan tan lejos que prácticamente no ocurrirá nunca. Quizá estas ideas nos preparan mal para la práctica sensata del auto-cuidado, y de ahí que durante un largo periodo juvenil podamos abusar de nuestra aparentes 'energías ilimitadas' para trasnochar, mal alimentarnos y también para adquirir la mala costumbre de preocuparnos y sufrir sin que aparentemente ello implique mayores complicaciones.
    Pero un buen día las cosas pueden cambiar y enviarnos repentinas señales de funcionamiento corporal anómalo, como si el cuerpo ya no tolerara el mismo ritmo trepidante que tenía hasta el día anterior.
    No somos conscientes de nuestro nivel de agobio, tensión e inquietud si estamos atravesando una época de estrés. Estamos tan familiarizados con las sensaciones internas de ansiedad que nos parecen normales, o por lo menos no preocupantes. Las despreciamos, aunque el nivel de tensión en realidad es más alto de lo que nuestro organismo está preparado para tolerar.
    Esta especie de ceguera y sordera sobre nuestro estado es un error de cálculo que nace de que no conocemos nuestras limitaciones corporales (que niveles de descanso, relax, bienestar, distracción y goce necesitamos para funcionar operativamente). Nos hemos mal-educado a ser sacrificados y sufridores, anteponiendo el deber, la ambición y la auto-exigencia, o la búsqueda desaforada de estímulos. Quizás sabemos cuantas horas seguidas podemos aguantar trabajando, pero no sabemos cuantas horas necesitamos para ocuparnos de nuestra mínima tranquilidad personal. Ocurre también con demasiada frecuencia que tampoco sabemos manejarnos demasiado bien frente a las frustraciones, ante las que solemos buscar salidas que más que calmarlas parecen exacerbarlas.
    Pero los hechos son los hechos: nuestro cuerpo biológico, en especial nuestro sistema nervioso, tiene sus propias limitaciones de funcionamiento (no puede estar permanentemente activado forzado a trabajar al máximo).
    Esto es lo que fundamenta un ataque de pánico, que también podríamos llamar crisis de ansiedad.
    Cómo
    La persona intenta en un momento dado detener su ritmo frenético. Se sienta, se para en frente al semáforo, espera en una cola, se tumba a descansar un rato, intenta mirar la televisión, está sentado en un medio de transporte, etc., Es precisamente eso, que estamos haciendo algo que no es particularmente activo lo que nos desconcierta, porque repentinamente notamos que no podemos hacer la cosa tan tranquila que queríamos hacer, porque el sistema nervioso está demasiado alterado para bajar de tan arriba a tan abajo en un instante.
    En un segundo percibimos esta dificultad anómala, podemos observar los efectos de la taquicardia (acaloramiento de la parte central del cuerpo, aceleración respiratoria), nuestra respiración parece ser incómoda, y los mecanismos automáticos del control del ritmo respiratorio deciden hacer paradas bruscas que nos desconciertan (¿Me quedaré sin aire, pensamos?), se ha disparado nuestro sistema de alarma como esas alarmas de la tienda de al lado que se conecta un día de viento sin más ni más.
    En un segundo notamos el encendimiento que produce en nuestro cuerpo el estado de activación general (pensemos por ejemplo en la reacción que sentiríamos ante un susto intento repentino, como ver aparecer un perro en nuestra habitación o que se rompieran los vidrios de una ventana, una explosión, etc.).
    Pero como nada pasa en el exterior, pensamos, ¿Qué me sucede? ¿Me estaré muriendo? ¿Será esto un ataque cardíaco, colapso respiratorio, embolia cerebral? ¿Será esto que tengo un ataque de locura? ¿Cómo me puedo morir ahora sin haber hecho testamento o dejando las cosas sin arreglar?
    Pensar este 'diagnóstico' no es precisamente tranquilizador... Así que si ya estamos 'encendidos' creernos en grave peligro acaba de extender el incendio. Estamos en pleno pánico. Sube el nivel de ansiedad provocando más efectos espectaculares (temblor de piernas, sensación de vértigo, rigidez de nuca, visión borrosa, sensación de flotar e de irrealidad)
    Puede que se acuda a un servicio de urgencias por si las dudas, y ahí, tras las pruebas oportunas nos digan que no era nada grave, sólo un ataque de ansiedad. ¿Pero cómo nos podemos convencer de que no era NADA, si nosotros en realidad nos sentimos terriblemente mal?.
    El habernos sentido tan traspuestos, el que eso sucediera en un momento tan tenso de nuestra vida en medio de las complicaciones y exigencias, y encima el miedo a que se repita... con qué facilidad se puede efectivamente repetir el episodio que deseábamos que ¡por favor! no volviera otra vez...

    Comprendiendo lo que pasa
    Como podemos observar por esta descripción en el ataque de pánico hay dos fuerzas que se unen y se suman:

    un estado de ansiedad que predispone a padecer molestias en la regulación del sistema nervioso (dificultad de relajarse, disparo automático de la sensación de alerta, cambios bruscos de ritmos).
    la percepción de este estado no como una molestia física menor, sino como algo terrible, enigmático y sumamente desagradable (algunos dicen que preferirían que les cortaran una mano antes de pasar por esos mementos). Tenemos la sensación de perder el control voluntario (¡horror!) y sentirnos débiles, desvalidos e impotentes (reacción de quedarnos clavados, paralizados y bloqueados).
    Si lo expresamos con un esquema diríamos que
    Estímulo de Ansiedad
    provoca respuesta intensa de miedo
    la respuesta de miedo de nuevo genera más de lo mismo, una ansiedad todavía mayor
    El estado de ansiedad producido por un estado general ocurre más bien al principio, pero al cabo de un cierto tiempo en realidad la causa de ansiedad deja de ser la que era y cambia a ser nuestra propia suspicacia y nuestro temor supersticioso de que pueda volverse a repetir, o el percibir el más mínimo estado corporal que nos parezca extraño, o el simple 'pensar en ello'. Eso explica que aunque pudieran suprimirse las causas primeras (pueden haber cambiado algunas circunstancias o hemos comenzado a tomar tranquilizantes) puedan haber sido sustituidas por otras.
    En realidad, bajo el punto de vista del trastorno psicológico, lo relevante no es el haber tenido un ataque de pánico, que de hecho algunas personas tienen por haber cuidado a un enfermo varias noches seguidas, haber bebido más de la cuenta, por efecto del consumo de algunas drogas o medicaciones, y que reconocen como 'lógico' debido al exceso, y que olvidan. Lo importante es que la persona que ha padecido un ataque de pánico:
    no comprenda que 'excesos' esta cometiendo en su vida, o que no le parezcan 'lógicos' como explicaciones.
    no tome las medidas adecuadas que tomaría frente a otro trastorno físico (o sea no varía su vida ni un milímetro)
    comience a desarrollar conductas contraproducentes (o sea, que hace todo lo contrario que tendría, como preocuparte, anticipar situaciones, estar auto-observándose, caer en el alarmismo, enfadarse, deprimirse, etc..). La principal conducta contraproducente es la evitación de situaciones en las que uno cree que podría suceder el ataque (la situación en la que la persona sentiría 'atrapada'). Esta conducta produce lo que se llama agorafobia, que la podríamos traducir como el miedo que se tiene a padecer una crisis de ansiedad o ataque de pánico en situaciones de indefensión (lejos, solos, encerrados, con mucha gente, delante de personas ante las que queremos quedar bien, etc.)
    la auto-provocación (involuntaria) como cuando uno piensa que podría vomitar y sólo pensar en el asco que le daría ello le produce las nauseas que le confirman sus ganas de vomitar. De igual modo el pensamiento sobre la ansiedad produce ansiedad, la ansiedad se puede percibir con la lupa de la atención, que agranda en relieve y tecnicolor todas las sensaciones físicas, lo cual crea la sensación que está ya sucediendo lo que uno teme que suceda, y la sensación de que si algo empieza uno está perdido y no podrá evitar lo peor, y que hay que estar preparados para lo peor de lo peor que podría suceder...
    ¿Qué hacer?
    Los pasos a seguir son:
    Hacer análisis médicos para descartar enfermedades de carácter orgánico (en particular trastornos endocrinos, circulatorios, dificultades de tensión arterial, etc.)
    Una vez establecida la causa psicológica hacer una reflexión acerca de cómo estamos viviendo, en qué puntos nos estamos 'pasando de la raya' y qué medidas de salud podríamos tomar (descanso, alimentación, ejercicio, diversión, cambio de actitudes).
    Llevar vida normal (llevar vida de enfermo incurable no nos hace sentir precisamente normales). La causa de la ansiedad no es externa sino interna, así que el mundo no tiene la culpa y sería inútil tomar medidas de precaución porque el miedo puede perfectamente cambiar de 'tema' una vez que cedemos en evitar determinada circunstancia.
    Evitar todo tipo de anticipación o pensamiento sobre la ansiedad: esta es la causa más importante del mantenimiento y crecimiento de la ansiedad. Una especulación es cizaña que sembramos y provoca mayor inseguridad. Lo correcto es 'vivir sin pensar' hasta que llegue el momento X, en el cual nos limitamos a hacer lo que sigue a continuación.
    Tener preparado un guión para decirnos es ese momento (este guión se ha podido preparar previamente con un psicólogo, y contiene fundamentalmente la idea de lo que nos pasa en que tenemos mucho miedo, pero el miedo no nos hará morir, y simplemente es algo que 'bajará' en la medida de que actuemos con normalidad. No me muero, es sólo miedo.
    Respirar hondo. Si notamos cosquilleos en las puntas de las manos o en los pies significa que estamos ventilando o oxigenando más de la cuenta y que lo que interesa en 'parar', por lo que aguantaremos el aire contando tranquilamente uno, dos, tres, cuatro, y expulsaremos el aire suavemente, y repetimos la operación hasta notar que de esta forma introducimos menos exógeno, desaparece el síntoma del cosquilleo y nos resulta más cómoda la respiración.Mirar algo y centrar la visión en el mundo externo (veo un cuadro, una matrícula de coche que comienza por... ) Este ver-afuera nos ayudada a saber si vemos bien y a recuperar la agradable sensación de equilibrio. También conviene oir-fuera (que sonidos escucho, que canción suena, cómo oigo mi propia voz) y tocar alguna cosa como mi ropa, un mueble, un objeto cualquiera, pera dirigir los canales sensoriales hacia el exterior. Todas estas medidas conducen a comprobar si nos estamos desmayando o mareando o si estamos 'funcionales'. Cuanto antes comprobemos nuestro estado y salgamos de la inmovilidad, antes podemos cercionarnos de que nuestro estado es mejor de lo que parece.
    Continuar haciendo lo que estamos haciendo (si estábamos haciendo algo) o inventarnos una tarea. Es muy probable que la situación de pánico se de encerrados en una coche, en un aula o despacho, esperando en la cola del banco o para pagar en el supermercado (preferiblemente con personas detrás y delante impidiéndonos la huida). Entonces hacer algo puede ser hablar, curiosear, pensar lo que comimos la semana pasada, escribir anotaciones económicas o memorísticas, escuchar o tararear música, o cualquier cosa que tenga la suficiente garra para distraernos).
    Esperar los minutos necesarios para relajarnos (pensar que cuando uno se altera tarda un ratito en serenarse, es importante no confundir esto con que 'fracasamos' en el control, así que no hay que tomarse como algo 'raro' el que tardemos nuestros cinco o diez minutos en lograr tranquilizarnos.
    No enfadarse (pensamientos como "!otra vez!", "¿qué hecho yo para merecer eso?", "¡esto es espantoso!" "!soy débil!" y similares aportan tanto nivel de adrenalina a la corriente sanguínea como la ansiedad. Además esta ira contribuye notablemente a que la próxima vez parezca más infernal.
    También esta totalmente contraindicado deprimirse como si a uno le estuviera sucediendo alguna gran desgracia o tuviera la peor suerte del mundo. Esto solo hacer que agrandar al 'enemigo' haciendo que la ansiedad parezca más tirana, abusiva e todopoderosa que nunca. En vez de deprimirse es más útil animarse todo lo que uno pueda haciendo cosas que compensen el mal sabor de boca dejado por el momento de pánico (actividades lúdicas o que nos den paz, goce y nos reconcilien con la vida como la buena música, la buena lectura, la buena conversación o el goce estético de las cosas). Uno puede hacerse algún tipo de 'regalito' como un remedio curativo muy eficaz para 'minimizar' la fuerza del miedo. Hay que recordar que tomarse las cosas con humor es un buen método para solucionar todo tipo de problemas de salud y de la vida en general. (Algunas personas en fase de superación suelen hablar con su miedo
    diciéndole "así que ya has venido a molestarme un poco ¿no?, pues has de saber que ya no me impresionas porque sé que mucho ruido pero sólo eres un poco de ansiedad fisiológica inocente, así que ahora ¿qué cosa agradable podríamos hacer? ¿tal vez hablar con esa persona encantadora que tanto nos gusta? ¿tal vez nos podemos ocupar en algo útil e interesante que nos permita cambiar de tema? ...").
    Dejarse ayudar por un profesional. Es una lástima que muchas personas tengan alergia a dejarse ayudar por un psicólogo como si su valía personal quedara en entredicho, porque de igual modo que nos dejamos orientar por un asesor fiscal, un inversor financiero, o el maitre de un restaurante, es más síntoma de inteligencia y sensatez que de otra cosa contar con el asesoramiento de un psicoterapeuta especialista en trastornos de ansiedad. Todos los puntos anteriores y otros más quedan mucho mejor aclarados y sobre todo, puestos en práctica, con el apoyo del psicólogo, de forma que nos aseguremos del éxito en el control de un miedo que ya se ha apoderado de nosotros. Ya sé que estamos en la era del bricolaje, hágaselo usted mismo y de la auto-ayuda y que ésta misma información la ha encontrado usted en internet, pero tampoco que hay exagerar tanto que pongamos en peligro nuestra propia salud y calidad de vida sólo por evitar el contacto del profesional. Si tiene ataques de pánico y/o agorafobia, dedique tiempo y medios necesarios para su solución correcta y completa.
    Dra. Patricia Falasca

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    DESCUBREN LA ZONA CEREBRAL QUE PODRIA LOCALIZAR LA ESQUIZOFRENIA

    La esquizofrenia es una enfermedad psiquiatrica cronica y grave y se sabe que en el 70% de los casos puede tener un origen genetico.

    Un equipo de investigadores de la Unidad de Psicosis en Investigacion de Benito Menni CASM de Sant Boi de Llobregat (Barcelona), integrada en el Centro de Investigacion Biomedica en Red de Salud Mental (CiberSAM), ha identificado por primera vez anomalias en la corteza frontal media del cerebro que podrian ser la causa de la esquizofrenia, segun el estudio publicado en la revista cientifica Molecular Psychiatry. Hasta el momento, ningun otro trabajo habia encontrado este tipo de disfunciones localizadas en la misma region del cerebro, informan los autores del trabajo en un comunicado.

    Para realizar este estudio, los cientificos liderados por Edith Pomarol-Clotet utilizaron tres tecnicas distintas de resonancia para examinar y comparar el cerebro de 32 pacientes con esquizofrenia con el cerebro de 32 personas sanas. Una de las tecnicas mide el volumen de materia gris del cerebro, otra examina las conexiones de la sustancia blanca subyacente y una tercera tecnica registra el patron de actividad en diferentes zonas del cerebro mientras los sujetos realizan un test cognitivo. Las tres tecnicas coincidieron en sus resultados: en todos los pacientes esquizofrenicos la anormalidad se encontraba en la misma region, la corteza frontal media. La corteza frontal media es un area incluida en los lobulos frontales situados en la parte anterior del cerebro, que en muchos estudios ya se habia relacionado con la patofisiologia de la esquizofrenia.

    La corteza frontal media forma parte de una red de regiones cerebrales descubierta recientemente y que se denomina Default Mode Network (del ingles, red neuronal por defecto). Esta red parece tener un papel crucial en la creacion y elaboracion de los pensamientos que aparecen cuando la persona no se encuentra ocupada en ninguna tarea mental concreta. La Default Mode Network tambien ha sido relacionada con otras enfermedades como el alzheimer o la depresion.
    El hecho de que las tres tecnicas de neuroimagen hayan identificado la misma region cerebral es relevante. Segun Peter McKenna, investigador principal del CIBER de Salud Mental y uno de los autores del articulo, "la convergencia de estos hallazgos cerebrales, estructurales y funcionales sugiere que la corteza frontal medial puede ser un lugar indicado para concentrar los esfuerzos de investigacion en el futuro. Puede ser una pista para encontrar las causas de la esquizofrenia".
    Pero, ¿por que se producen esos cambios en esa zona del cerebro? Por ahora es una cuestion sin resolver y precisamente estos investigadores quieren tratar de averiguarlo: "Estamos empezando a planificar un estudio neuropatologico que confiamos que nos revele nuevos datos en este sentido", afirma la doctora Pomarol-Clotet.

    En este estudio tambien han participado miembros del Grupo de Investigacion en Aplicaciones Biomedicas de la Resonancia Magnetica Nuclear de la Universidad Autonoma de Barcelona (UAB), perteneciente al CIBER de Bioingenieria, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER-BBN), en el que colabora el investigador Antonio Capdevilla desde hace mas de 10 años; la Fundacio Sant Joan de Deu de Barcelona y el Departamento de Neuroimagen del Centro de Neurociencia de Cuba. Un equipo del CiberSAM y de Enfermedades Raras (CiberER) desvelo recientemente el importante papel de una region de los cromosomas 6, 11 y 18 en esta enfermedad.

    En Argentina, la esquizofrenia afecta en sus diversas modalidades a unas 700.000 personas y la edad de aparicion esta comprendida entre los 18 y los 25 años, en hombres, y entre los 23 y los 35 años en mujeres. A pesar del estigma de violencia que arrastran estos enfermos, la agresividad no es una conducta que deba asociarse a este trastorno: algunos estudios indican que solo un 5% de los pacientes tratados tiene conductas violentas. Esta enfermedad se caracteriza por una mutacion sostenida de varios aspectos del funcionamiento psiquico del individuo, principalmente de la conciencia de realidad, y una desorganizacion neuropsicologica mas o menos compleja, que lleva a una dificultad para mantener conductas motivadas y dirigidas a metas y a una significativa disfuncion social. Las personas con esquizofrenia suelen mostrar un pensamiento desorganizado, delirios, alucinaciones, alteraciones afectivas en el animo y las emociones, del lenguaje y conductuales.
    Dra. Falasca

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